No se le acaban las propuestas vistosas al Córdoba de Jémez. Ante un Arcángel entregado a su Domingo de Pasión particular, la del buen juego; dejó casi resuelto el choque frente al Hércules en el primer tiempo con el gol de Airam y la obra de arte de López Silva, que ponía la nota de magia necesaria a un himno al fútbol que había durado 45 minutos eternos para los alicantinos. Los de Mandiá se metieron en el partido a falta de diez minutos para la conclusión, merced al tanto de Gilvan, pero Prieto recuperó el gol average para el Córdoba al lograr el 3-1 definitivo, que deja a los andaluces cuartos y cargados de moral para el tramo final de competición.
Pocas derrotas han reforzado tanto a un equipo como la sufrida por los blanquiverdes en Riazor la pasada semana. Desde el primero de los jugadores hasta el último de los 16.876 espectadores –récord de asistencia en Liga- que abarrotaron El Arcángel, todos tienen claro que la fórmula es la correcta: El balón raso y el fútbol total son y tienen que seguir siendo sus señas de identidad.En la previa se celebraba el 50 aniversario del primer ascenso de los cordobeses a Primera. El ambiente festivo sería el marco perfecto para medir a dos aspirantes a jugar en la élite la próxima campaña. Ninguno pareció dejarse impresionar; todo lo contrario. El partido comenzó trepidante, con mucho ritmo. Las líneas del Hércules ejercían la presión muy arriba y el Córdoba exprimía cada centímetro del terreno de juego para sacar el balón jugado.
Dubarbier, finalmente elegido por Jémez para suplir al lesionado Fuentes en el lateral izquierdo, probó fortuna desde lejos ya en el minuto 2. Su chut salió fuera por poco, pero no había sido más que una declaración de intenciones de lo que sería un partido portentoso como carrilero. Otro refuerzo invernal, Airam, tuvo una ocasión clarísima para estrenar el marcador poco después, pero no llegó por centímetros a rematar un centro raso de Borja.
Hubo que esperar hasta el minuto 20 para que se volviesen a juntar los anteriores protagonistas y lograsen el 1-0. López Silva puso orden a una jugada larga y bonita, aunque trabada. Abrió para la subida de Dubarbier, cuyo centro no acertó a despejar nadie, y Airam empalmó con la derecha para colar el balón entre un mar de piernas y en la portería defendida por Falcón.
El tanto no cambió para nada la decoración. El Hércules buscaba y buscaba una contra para empatar el partido, pero no hallaba más que fútbol y más fútbol. El Córdoba llegó a pecar de preciosista en más de una acción, lo que llegó a desesperar a su técnico, que veía cómo los taconazos, paredes y jugadas de tiralíneas se diluían al entrar en el área rival.
El cuadro alicantino vio la luz por unos instantes cuando se cumplía la media hora de juego. Diego Rivas no acertó con la portería de Alberto desde lejos y, en el 35’, Tote casi cantó el empate. El atacante peinó un córner con mucha intención, pero Dubarbier, que estaba en todas, no se quiso perder esa y evitó el tanto bajo palos.
Tras la interrupción del monólogo y pasado el susto para los locales, los andaluces retomaron el guión y acorralaron al Hércules. Los centros llovían sin precisión desde ambas bandas hasta que, en la última jugada de la primera mitad, Borja bajó al piso un balón largo de Garai y volvió a tomar la línea de fondo para meter el balón al corazón del área. El balón acabó en los pies de López Silva, escorado en el vértice izquierdo. Como en el primer gol, templanza, pero también magia y mucho efecto fue lo que necesitó el onubense para subir el 2-0 al electrónico: Golazo y broche de oro a una primera parte sublime por parte del Córdoba.
La segunda mitad fue más de lo mismo, aunque el domino blanquiverde no se tradujo en goles. De hecho, los de Mandiá, que resistieron hasta el tramo final sin conceder el tercero, aprovecharon su mejor combinación del encuentro para recortar diferencias. Gilvan remató solo desde el punto de penalti una contra en la que el Córdoba parecía haberse olvidado de defender.
Restaban 10 minutos para la conclusión y el Hércules no sólo recuperaba el gol average particular con los andaluces, sino que se metía en el partido. Pero la ilusión duró a los visitantes cinco minutos, los que necesitó el Córdoba para dar el tercer golpe de autoridad y hacer estallar de euforia a El Arcángel. David Prieto fue el ejecutor en una jugada a balón parado en la que la defensa del Hércules –probablemente aburrida de ver el balón circular de banda a banda- se suicidó.